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lunes, 5 de octubre de 2009

A propósito de los comentarios en la prensa local.

No es honesto atraer inversiones a una ciudad sin asegurar la infraestructura básica adecuada.

Los inversores saben positivamente que instalar sus edificios sobre una ciudad con infraestructura construida hace 60 años para barrios con casas individuales solo haría fracasar sus negocios.

Cabe el ejemplo de Puerto Madero, mega operación inmobiliaria, bien planificada en su totalidad desde un principio, donde antes de iniciar cualquier construcción, se destinaron a pagar infraestructura 300 millones de dólares, creando condiciones óptimas para invertir.

Las expectativas dirigenciales que refleja la prensa local se ven como expresiones de deseo de los sectores de la construcción y parecen ser de corte voluntarista, dejando sin analizar cuestiones clave para el desarrollo y cifrando esperanzas en cuestiones ficticias como una “modificación del COT” (sic) para el posible desarrollo de la ciudad.

Evidentemente, primero se debe diseñar la ciudad del futuro y se deben planificar y construir mediante obra pública las condiciones necesarias para el desarrollo, y solo después es esperable pensar que los inversores tengan seguridad para desarrollar sus negocios, de otra manera, el progreso de unos solo será posible en detrimento de otros.

Además, es muy importante reconocer y proteger nuestros valores identitarios y ambientales, porque se corre el peligro de hacer que desaparezcan las causas por las cuales somos elegibles.

El dilema es ciudad explotadora versus ciudad desarrolladora.

El paradigma que recae sobre los recursos naturales, los cuales deben ser “explotados” para el progreso, no cabe aplicarse a una ciudad.

En cierta medida porque la ciudad es la construcción colectiva por excelencia lo que supone a ésta propiedad de todos, entonces una ciudad no puede ni debe ser explotada.

Los errores urbanísticos cometidos en la ciudad de Mar del Plata en décadas anteriores, como el de maximizar la superficie construida de manera salvaje*, y que aún hoy algunos todavía defienden sin razón, argumentando con muletillas como “la ciudad con mayor crecimiento edilicio del mundo” por esos años, nos ha dejado este macizo in-habitable que hoy padecemos, por verlo diariamente, por tener que habitarlo y principalmente por las graves consecuencias económicas posteriores (la migración de segmentos turísticos enteros a otras playas, la tugurización, la desaparición de inversiones importantes, etc.) directamente relacionadas con este fenómeno**.

Es un problema no ser concientes de esta cuestión, sobre todo en los grupos dirigenciales, que confunden desarrollo con explotación, y no comprenden que el atractivo debe ser preservado. Hay que desconfiar de los grupos que no manejan estos conceptos, porque significaría que no los tienen en cuenta.

La ciudad por definición es una combinación del interés común y los intereses particulares, y cualquier asimetría o empoderamiento de un sector sobre otro es una situación no deseable y potencialmente peligrosa para todos.

* La palabra salvaje se refiere en este caso al hecho de construir viviendas sin su condición básica: la habitabilidad.
* Cualquier texto que refiera al imaginario del porteño explica este tema, por ej. “Mar del Plata, el ocio represivo” de J.J. Sebreli.

G.L.d.D.6 de octubre, 2009.

2 comentarios:

  1. Tu opinión disparó asociaciones múltiples en mi cabeza. Me sentí profundamente identificado y encuentro en tus palabras una relación directa con mi propia experiencia.

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  2. A proposito del título, porque no mandás un link, para acceder a esos comentarios de la prensa local

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